Querida Lola!

Usted me dice que ya no le escriba y tengo mucho que decir. Usted también me incita a creer que era un capricho el que hizo que yo le amara. No puede ser un capricho puesto que usted ha sido para mi el año pasado el objeto de meditación al cual dediqué cada momento solitario.
No espero que usted me ame, yo no soy digno de su amor.Para mi sorpresa, para mi infelicidad, usted tiro a la basura aquella pasion que había creído yo, que vivirían largamente en su pecho.

¿Tendré también que arrepentirme por querer experimentar el deseo de la felicidad?


Puedo parecer a usted imprudente, vicioso; mis opiniones detestables, mi teoría depravada; pero una cosa, por lo menos, le demostrará el tiempo: que la amo dulcemente y con afecto, que yo soy incapaz de cualquier cosa que se acerque al sentimiento de maldad. Le aseguro, en el futuro su voluntad será la mía, y todo lo que usted quiera hacer o decir, no lo cuestionaré.