Transparente


Llena eres de gracia, manantiales de generosidad.
Das el placer, oh redentora del mundo,
y nada pides a cambio


A ti que no exiges ser amada, 
que no imitas a
las esposas con los lloriqueos,
y los celos.


No obligas a nadie a la despedida
ni a la reconciliación;
no chupas la sangre ni el tiempo;
eres limpia de culpa;
escuchas las palabras y los sueños,
sonríes y besas.


Eres paciente, experta, atribulada, sabia, sin rencor.
No engañas a nadie, eres honesta, transparente,
íntegra, perfecta, te enseñas;
no discriminas a los viejos,
a los tontos, a los de otro color;
estimulas a los tímidos,
complaces a los hartos,
encuentras la fórmula de los desencantados.


A ti que eres la confidente del borracho,
el refugio del perseguido


Eres la libertad y el equilibrio;
no sujetas ni detienes a nadie;
no sometes a los recuerdos ni a la espera.
Eres pura presencia, fluidez, perpetuidad.


En el lugar en que oficias a la verdad
eres lo mismo que una lámpara
y un vaso de agua y un pan.



Oh amiga, amante, amada,
recodo de este día de siempre,
te reconozco, yo dejo de lado a los hipócritas,
te corono con hojas de yerba
y me dispongo a aprender de tí todo el tiempo.