Pense que el amor era para siempre

Parad todos los relojes, cortad los teléfonos,
impedid, con un jugoso hueso que el perro ladre,
callad los pianos y, con un apagado tamborileo,
mostrad el ataúd, dejad que las plañideras se acerquen.

Que los aviones hagan círculos, gimoteando, sobre nosotros,
garabateando por el cielo el mensaje: Él ha muerto,
poned crespones en los cuellos blancos de las palomas,
dejad que los guardias de tráfico porten guantes de algodón negros.

Ella fue mi Norte, mi Sur, mi Este y mi Oeste,
mi semana de trabajo y mi descanso dominical,
mi amanecer, mi medianoche, mi voz, mi canción;
pensaba que el amor duraría siempre: estaba equivocado.

No se deseo ahora estrellas: apagadlas una a una;
olvidaos de la luna y desmantelad el sol;
lejos verted el océano y barred el bosque.
Pues ahora de ninguna manera pueden traer nada bueno.

El arte de amar

El amor no es una relación con una persona; es una actitud, una orientación del carácter que determina el tipo de relación de una persona con el mundo y la persona amada. Si una persona ama sólo a otra y es indiferente al resto de sus semejantes, su amor no es amor, sino una relación de necesidad, un egotismo de dos o algunas veces de tres. Sin embargo, la mayoría de la gente supone que el amor está constituido por el objeto, no por la facultad (de amar). En realidad, llegan a creer que el hecho de que no amen sino a una determinada persona prueba la intensidad de su amor. Como no comprenden que el amor es una actividad, un poder del alma, creen que lo único necesario es encontrar un objeto adecuado -y que después todo viene solo-. Puede compararse esa actitud con la de un hombre que quiere pintar, pero que en lugar de aprender el arte sostiene que debe esperar el objeto adecuado, y que pintará maravillosamente bien cuando lo encuentre. Si amo realmente a una persona, amo a todas las personas, amo al mundo, amo la vida. Si puedo decirle a alguien "Te amo", debo poder decir "Amo a todos en ti, a través de ti amo al mundo, en ti me amo también a mí mismo".
Decir que el amor es una orientación que se refiere a todos y no a uno no implica, empero, la idea de que no hay diferencias entre los diversos tipos de amor, que dependen de la clase de objeto que se ama.

Estar incompletos

Cuando aprendemos a ser claros y nos embarcamos en nuestra evolución, cualquiera de nosotros puede encontrarse frenado por una adicción a otra persona.

La idea de una adicción, aclara el por qué en las relaciones románticas surgen luchas de poder. Siempre nos preguntamos qué es lo que provoca el fin del hechizo y la euforia para convertirlos en conflicto, y ahora lo sabemos.

Cuando surge el amor, los dos individuos se entregan mutuamente en forma inconsciente y ambos se sienten llenos de entusiasmo, plenos. es esa sensación increíble que todos llamamos 'estar enamorado'. por desgracia, una vez que empiezan a esperar que esa sensación venga de la otra persona, se apartan de ellos mismo y empiezan a depender cada vez más de el otro... sólo que ya la compañia o el sexo no resulta suficiente, se vuelve costumbre, la gente siempre hace las mismas cosas, va a los mismos lugares, o simplemente ya no hace nada de lo que hacia cuando era soltero y entonces dejan de crecer de estar en contacto con el mundo, pensando que como al principio de la relación el simple hecho de estar en la casa los llenaba, no necesitaban mas y caen en el drama, en un intento por controlarse uno a otro y atraer la atención de sentir ese entusiasmo, hacia otro hacia así, la relación degenera en la lucha de poder y el control.

El problema empieza alli, emprezo cuando eramos niños en nuestra familia. Debido a la competencia por la atención que se da en ella, ninguno de nosotros fue capaz de completar un importante proceso psicológico


No pudimos integrar nuestro lado sexual opuesto.

¿Nuestro qué se preguntaran?


En mi caso, no pude integrar mi lado masculino -dijo ella-. en tu caso, no fuiste capaz de integrar tu lado femenino. El motivo por el cual podemos volvernos adictos a alguien del sexo opuesto es que todavía debemos acceder nosotros mismos a esa energía del sexo opuesto.



Mira, la energía mística en la que podemos tener dentro como fuente interior es masculina y femenina. A la larga podemos abrimos a ella, pero cuando empezamos a evolucionar, debemos tener cuida­do. El proceso de integración lleva cierto tiempo. Si nos conectamos prematuramente con otra persona para obtener nuestra energía femenina o masculina, bloqueamos la conexión con el mundo.

Le dije que no entendía.

—Piensa cómo se supone que funciona esa integración en una familia ideal —me explicó—, y tal vez logres ver a qué me refiero. En cualquier familia, el hijo debe recibir en su vida, en primer lugar, atención de los adultos.


Tomemos el ejemplo de una hija mujer. Lo único que la chiquita sabe cuando trata de integrar por primera vez su lado masculino es que se siente sumamente atraída por el padre. Quiere estar con él y tenerlo cerca todo el tiempo. Lo que en verdad quiere es energía masculina, porque complementa su lado femenino. De esa energía mascu­lina ella recibe una sensación de plenitud y euforia. Pero cree, erróneamente, que la única forma de obtener esa energía es manteniéndolo cerca físicamente.

Como intuye que esa energía en realidad debe pertenecer le, y ella debería poder manejarla a voluntad, quiere dirigir al padre como si fuera esa parte de sí misma. Cree que él es mágico y perfecto y capaz de satisfacer todos sus caprichos. En una familia muy por debajo de la ideal, esto desata un conflicto de poder entre la chiquita y su papá. Se forman los dramas cuando ella aprende a asumir posturas para manipularlo obligándolo a darle la energía que desea.

"Pero en una familia ideal, el padre no debe ser competiti­vo. Debe continuar relacionándose honestamente y teniendo suficiente energía como para abastecerla en forma incondicio­nal pese a no poder hacer todo lo que ella pida. Lo importante para tener en cuenta, en nuestro ejemplo ideal, es que el padre debe ser abierto y comunicativo. Ella cree que es ideal y mágico, pero si él le explica quién es, qué hace y por qué, la hija puede integrar su capacidad y estilo particulares y superar la visión idealista del padre. A la larga, lo verá como a un ser humano singular, un ser humano con sus talentos y defectos. Una vez que se produce esta auténtica emulación, la hija realiza una fácil transición, de recibir la atención del sexo opuesto de su padre a recibirla como parte de la energía general que existe en el universo en su totalidad.

El problema —prosiguió— es que la mayoría de los padres, hasta ahora, compitieron por la energía con sus propios hijos, y eso nos afectó a todos. Debido a esta competencia, ninguno de nosotros resolvió por entero este tema del sexo opuesto. Todos estamos en una etapa en la que seguimos buscando nuestra energía del sexo opuesto fuera de nosotros mismos, en la persona de un hombre o una mujer que nos parece ideal y mágica y que podemos poseer sexualmente.

¿ves entonces cuál es el problema?