Quisiera adivinarte los antojos,
y de súbito en ellos transformarme;
ser tu sueño, y callado apoderarme
de todos tus riquísimos despojos;
aire sutil que con tus labios rojos
tuvieras que beberme y respirarme.

  Quisiera ser la música que en calma
te adula el corazón: mas si constante
mi fe consigue la escondida palma,
ni aire sutil, ni sueño penetrante,
ni música de amor, pues nada sera
tan dulce como ser tu amante.