Diario de un Dictador

Dia 23

 El colmo es que esta  bendita mente no reacciona. No sé en que habré estado pensando cuando creí que ella solucionaría mis problemas. Hace ya una semana que esos odiosos bichos se pasean por toda la ciudad y ahora también frente a mi palacio y no hacemos otra cosa que sentarnos en un banquito y mirarlos.  Al principio   parecia que mi gente las estaba estudiando, de manera de conocer sus hábitos y poder así elaborar un  plan para acabar con ellos.  Cuando le preguntó qué van a hacer, me dicen, lo que está pensando, me contesta que esto lleva tiempo y me explica un montón de cosas acerca de las costumbres de estos bichos, de lo que comen, de cómo viven, y qué sé yo cuantas cosas más. A mí no me interesa saber nada; yo solamente quiero que las  desaparezcan.  Y me devuelvan mi tranquilidad.

Sospecho que mi gente y los revolucionarios se comunican  de alguna manera. Sé que parece de lo más extraño, pero es que esos bichos estaban  cerca de mi gente de confianza, rodeándome, talves estan planeando algo.  Se me ocurrió una idea, pero después la deseché, era demasiado ridícula. Pensé, por un instante que ya me estaba poniendo paranoico con pensar que mi mente “Conspiraba” junto a esos bichos.  Yo los aplasté con mis manos algunos de ellos, pero puedo asegurar que algunos escaparon y ya estarán formando otro frente de resistencia.