¿Has visto como la flor
cuando despunta la aurora
abre sus pétalos tiernos
buscando luz en las sombras?
Pues así mi boca busca

el aliento de tu boca.

¿Has visto como los ríos

buscan el mar con anhelo
para darle cuanto llevan
porque es el mar su deseo?
Pues así mis labios buscan

los suspiros de tu pecho.
Te escribo
como si estuvieras enfrente,
como si al destino
no le fuera suficiente
habernos puesto en distintos caminos.
Yo confieso que he estado
bastante indiferente.

Porque las cosas contigo
a me comenzaron a parecer
como los anuncios en un casino,
tal número, tal color ¡qué suerte!
la de Alvaro.

Aunque  cualidad más notable
de la suerte es que puede
ser buena o mala, hoy la
parece que la suerte no da nada,
tan sólo lo presta.

Ha  pasado mucho tiempo
y las cosas en mi no han cambiado
no te escribo, porque tenga frío,
o una vida, o no sea feliz.

Te escribo porque no
siempre me vence
tu ausencia y este fastidio
que significa no tenerte.

Por eso te recuerdo,
porque al evocarte siempre
van brotando brillos
en toda mi mente,
allá tus ojos, allá tu ombligo,
y allá un duende
que me mira cínico
sólo para que recuerde
que aunque te piense
tú, no estás conmigo.

Por eso te escribo.