A estas horas, aquí

Habría que bailar ese danzón
 que tocan en el cabaret de abajo,
dejar mi cuarto encerrado
y bajar a bailar entre borrachos.


Soy tonto en una cama acostado,
sin mi mujer, aburrido, pensando,
sólo pensando.

No tengo “hambre de amor”, pero no quiero
pasar todas las noches embrocado
mirándome los brazos,
o, apagada la luz, trazando líneas con la luz del cigarro.

Leer, o recordar,
o sentirme tufos de literato,
o esperar algo.
Habría que salir a una calle desierta
y con las manos en la bolsas, despacio,
caminar con mis pies e irles diciendo:
uno, dos, tres, cuatro…


Este cielo esta  obscuro,
el techo lleno de gatos,
con estrellas no se miran
y con el aire esta frio.

Hoy habría que pasármela llorando
en una acera húmeda, al pie de un árbol,
o esperar un camion escandalozo
para gritar con fuerzas, bien alto.


Si yo tuviera un perro podría acariciarlo
pero se murio hace casi un año.

Si yo tuviera un hijo le enseñaría mi retrato
o le diría un cuento
que no dijera nada, pero que fuera largo.

Yo ya no quiero, no, yo ya no quiero
seguir todas las noches vigilando
cuándo voy a dormirme, cuándo.
Yo lo que quiero es que pase algo,
que me muera de veras
o que de veras esté jodido,
o cuando menos que se caiga el techo
de mi casa un rato.

La jaula que me cuente sus amores con el canario.
La pobre luna, a la que todavía le cantan los gitanos,
y la dulce luna de mi armario,
que me digan algo,
que me hablen en metáforas, como dicen que hablan,
este vino es amargo.

¡Qué bueno seria
que se quedara mi cuarto
toda la noche solo,
hecho un tonto, mirando!