Te escribo
como si estuvieras enfrente,
como si al destino
no le fuera suficiente
habernos puesto en distintos caminos.
Yo confieso que he estado
bastante indiferente.

Porque las cosas contigo
a me comenzaron a parecer
como los anuncios en un casino,
tal número, tal color ¡qué suerte!
la de Alvaro.

Aunque  cualidad más notable
de la suerte es que puede
ser buena o mala, hoy la
parece que la suerte no da nada,
tan sólo lo presta.

Ha  pasado mucho tiempo
y las cosas en mi no han cambiado
no te escribo, porque tenga frío,
o una vida, o no sea feliz.

Te escribo porque no
siempre me vence
tu ausencia y este fastidio
que significa no tenerte.

Por eso te recuerdo,
porque al evocarte siempre
van brotando brillos
en toda mi mente,
allá tus ojos, allá tu ombligo,
y allá un duende
que me mira cínico
sólo para que recuerde
que aunque te piense
tú, no estás conmigo.

Por eso te escribo.